El amor cristiano es fundamental en la vida de todo creyente. Cuando Pablo habla de la obra del Espíritu Santo en los seguidores de Jesús, el amor es el primer elemento que menciona (Gálatas 5:22).
Cuando nuestro Salvador preparó a sus discípulos para los acontecimientos de aquella última noche en Jerusalén y todo lo que vendría después, les habló del amor (Juan 13). Quizá no sea exagerado decir que el amor está en la raíz de la fe cristiana: es el amor permanente y eterno de Dios el que impulsa la encarnación de Cristo y la redención de su pueblo.
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