Todos esperamos algo. Puede ser un conyugue o un bebé. Puede ser la sanidad de una enfermedad o una casa nueva. Independientemente de lo que estemos esperando, es fácil sentir descontento cuando las cosas no van según lo planeado y nuestros sueños se retrasan, especialmente cuando las preguntas “¿por qué?” y “¿cuánto tiempo?” permanecen sin respuesta.
Dios usa los tiempos de espera para enseñarnos sobre la paciencia y hacernos más como Él. Pero la santificación en medio de la espera no es el único propósito que Dios tiene en mente. Cuando esperamos en Él, nos convertimos en una imagen poderosa de la novia de Cristo esperando el día en que regrese y el reino de Dios gobierne.
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