Esta generosa obra que Martín nos ofrece es para bucear en las aguas más profundas de la paradoja del mensaje cristiano. El autor, parado con claridad en el largo y complejo torrente de las corrientes evangélicas, se detiene primero a proponernos un diagnóstico. Trata de entender cuáles han sido los obstáculos específicos que en esta tradición han obturado la vivencia del evangelio. Podríamos decir, resumiendo su argumento, que detecta un problema de índole hermenéutica, interpretativa.
La propuesta de Martín es que abandonemos este cristianismo que habría quedado desequilibrado y fuera del eje central que la Biblia nos quiere presentar, que es el del seguimiento de Jesús. En palabras de J. D. Crossan, se trataría de la necesidad de recordar que somos “cristianos”; es decir, seguidores de Cristo, de una persona, y no “biblianos”, seguidores de un libro, de un texto inmaculado e invariante.
Es aquí donde entra en escena ese redescubrimiento de las esencias del cristianismo que siempre ha devanado los sesos a cristianos y no cristianos. ¿Qué es lo fundamental y esencial del mensaje cristiano? ¿Qué es secundario o superfluo? ¿Cómo vivir esa radicalidad del evangelio que muchas veces ha quedado opacada por lo superficial? Debemos agradecerle a Martín que él también tenga la valentía de hacer estas preguntas y que nos invite a sumergirnos juntos en este libro en busca de las raíces vitales de la fe en el Cristo resucitado.
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