Las bendiciones del quebrantamiento

Quebrantando. Bendecido.
¿Cómo es posible que estas dos palabras vayan juntas?
Considerando los duros que pueden ser los golpes de la vida, ¿podemos con toda sinceridad, creer que Dios sacará bien de nuestras crisis más desgarradoras?
Cuesta discernir la bendición en medio del quebrantamiento, dice el doctor Charles Stanley. Determinadas circunstancias de la vida nos duelen, a veces con tanta intensidad que pensamos que nunca sanaremos. La muerte de un ser querido, la pérdida de un empleo, una enfermedad prolongada… todas las causas del quebrantamiento provocan un dolor atroz que tiene el poder para cambiar para siempre nuestra vida.
Pero también tiene otra posibilidad: la de descubrir una riqueza en la vida que de otra forma nunca conoceríamos.
Después del quebrantamiento, podemos experimentar las mayores de las bendiciones de Dios, dice el doctor Stanley. El amanecer, después de una noche oscura y tormentosa, es gloriosa. El gozo después de un período de duelo intenso puede ser extático.
Primero, sin embargo, debemos experimentar plenamente nuestro quebrantamiento y afrontar las razones por las cuales Dios lo permite. Con dulce, sabiduría, el doctor Stanley. Su fin es bendición mucho mayor que aquello que podríamos descubrir sin quebrantamiento: madurez espiritual e intimidad con Dios; con más profundidad y poder en nuestro ministerio a los demás; nuevas dimensiones de libertad, fortaleza y paz.
Y una entereza que viene a medida que Dios mismo nos arma de nuevo para que seamos una persona que se parece más a Cristo.